La mejor manera de tener una boca sana y fuerte es empezar a cuidarla desde niños. ¿Qué dejaste mucho tiempo atrás esa etapa? No desesperes. Todavía puedes hacer mucho para mejorar tu salud bucodental.

 

18 millones de españoles tienen ya más de 50 años. Son el doble de los menores de 18, lo que preocupa mucho a nivel laboral y de cara a futuras pensiones. Lo maravilloso es que, cumplidos los 50, aún nos quedan por delante muchos, muchos años –más 30, según la actual esperanza de vida–; y en lado opuesto, lo peor, es que como no fuimos educados en prevención, nos hemos preocupado muy poco de nuestra boca.

Uno de cada dos mayores de 50 sólo va al dentista cuando tiene un problema, es decir, no se realiza revisiones odontológicas; uno de cada cuatro se cepilla los dientes menos de dos veces al día; y, ¡atención!, nueve de cada diez padece caries. Desde Instituto Integral Odontológico vamos a poner nuestro granito de arena para darle la vuelta a esta estadística. Con tu ayuda, por supuesto.

Lo primero: vamos a visitar al dentista

¡Cuanto antes! Mejor hoy que mañana. Si nunca nos hemos hecho una revisión preventiva o ha pasado mucho tiempo desde la última, lo más probable es que padezcamos alguna patología común como la caries u otra enfermedad periodontal. Hay que tratarlas, no sólo por buena salud bucal, también porque pueden desencadenar otras enfermedades en nuestro organismo o complicar, incluso agravar, otro tipo de patologías –existen evidencias científicas que vinculan las enfermedades de las encías con la diabetes o el cáncer del colón–.

Nuestros huesos –también los de nuestra dentadura– alcanzan su madurez máxima entre los 30 y los 35 años. Después comienza la batalla de organismo por mantener la materia ósea. No hablamos de osteoporosis, si no de osteopenia, el término que define el envejecimiento normal de los huesos y que pasa totalmente desapercibido, también a nivel dental. Solo haciendo visitas periódicas al dentista se puede identificar de manera temprana una pérdida ósea anormal.

Lo segundo: vamos a incorporar a nuestra vida buenos hábitos de higiene dental

A partir de los 50, los hábitos de higiene bucal tienen que ser rigurosos. Esto significa que hay que cepillarse los dientes después de cada comida. A los dos básicos –cepillo dental y pasta de dientes–, se debe incorporar el hilo dental o el cepillo interdental para conseguir una higiene óptima donde no llega el cepillo convencional. Y lo ideal es completar el cepillado de dientes con un colutorio, preferentemente fluorado.

Los buenos hábitos deben complementarse con una limpieza de boca profesional, lo que nos obliga a hacer visitas regulares a nuestro dentista. Por otra parte y dada la mayor sensibilidad dental, éste podrá recomendarnos dentríficos y enjuagues bucales específicos para nuestras necesidades. No debemos olvidar que, con los años, disminuye nuestro flujo salivar y aumenta la erosión dental o erosión del esmalte, en la clínica dental sabrán prescribirnos la mejor solución personalizada.

Y por último: vamos a vitaminarnos y súper mineralizarnos

Dice el refrán que “tomando la comida adecuada, no hace falta que el dentista haga nada”. Ya sabes lo malo que son los alimentos azucarados y lo buenísima que es la manzana, por ejemplo, vayamos ahora un poquito más lejos.

A partir de los 50, el calcio debe ser uno de los puntos cardinales de nuestra dieta, en equilibrio con su mayor colaborador: el fósforo. Los alimentos más ricos en calcio son los lácteos, mientras que las carnes y los pescados, preferentemente azules, son los que más cantidades de fósforo aportan al organismo. La oferta es, por tanto, amplísimas –procurando tener prudencia con los más grasos y ricos en sal–.

La vitamina C tampoco puede faltar en nuestra dieta y la encontramos fundamentalmente en frutas y verduras –principalmente de la familia de las coles: brócoli, coliflor, lombarda o repollo–. Evitaremos, sin embargo, los zumos de frutas, incluso los naturales hechos en casa, al ser bebidas muy ácidas que pueden afectar a la erosión dental.

Y finalmente, la gran estrella: la vitamina D. Sin ella el calcio sería incapaz de realizar su trabajo porque el cuerpo no puede metabolizar el calcio sin vitamina D. La encontramos en la caballa, sardinas, atún y salmón, pero nuestra fuente primaria de vitamina D es el sol.

¡Sol! Sal a la calle a dar un paseo, sonríe a la vida y recuerda que todos estos consejos son generales y no sustitutivos de ningún tratamiento que pueda recomendarte un especialista. Todavía puedes hacer mucho por tu salud bucodental. Visita a un especialista.

 

 

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